Verba volant, Scripta Manent

A partir del momento en que se desarrolla la palabra, aparece la personalidad humana. 

-Pierre Lecomte Du Nouÿ-

         Cuán importante y trascendental se torna el lenguaje en nuestras vidas conforme envejecemos, si tomamos en cuenta que empezamos a envejecer a partir del primer minuto de vida tras el primer aliento. Poco a poco el lenguaje se va apoderando de nosotros para hacerse uso de ella y la lengua madre se activa como una especie de lente que hará con que veamos a través de ella todo lo que nos rodea y nos haga partícipe, esa lente que nos permitirá ver la realidad, (o que nos impedirá ver otra realidad) o al menos construir la nuestra. La vida propiamente dicha girará en torno a significantes y significados que significarán nuestra perspectiva de ver las cosas. Y el lenguaje tiene una función principal que es la comunicación. En la Psicología, el método psicoanalítico usa este esquema ya que la cura psicoanalítica (no veo problemas con la palabra “cura” en Psicoanálisis) se desarrolla en una dimensión singular como lo es el lenguaje, la palabra.

         En la infancia se hace carne el pasaje a la representación en ese proceso de resolución que deja plasmada una necesidad y un deseo usando el legítimo recurso de la comunicación. Generando un nexo entre lo orgánico (necesidad) y lo psíquico (el deseo). Entiendo que Hay comunicación cuando nosotros entendemos lo que el niño nos dice y respondemos, y cuando podemos expresar nuestros pensamientos, nuestras necesidades y nuestros sentimientos de modo que otras personas nos puedan entender, pero lo que me refiero es la obtención de la lengua materna o aquella el cual basará su comunicación. La capacidad de comunicar o transferir, sensaciones, pensamientos o impresiones es una aptitud acomodaticio al medio y por lo tanto perfectamente educable.

         No es mi intención tratar aquí los abundantes estudios al respecto de la comunicación en la primera infancia y como se genera la toma de la persona por parte del lenguaje, sino hablar un poco al respecto de la escritura, del acto de plasmar al papel eso que mencionábamos antes (impresiones, sensaciones, pensamientos). Jaques-Alain Miller en la contratapa de los Escritos de Lacan en Paidos escribe lo siguiente: “NO-PARA-LEER. Definición lacaniana del escrito. Algo así como ¨Cuidado con el perro¨ o ¨Prohibido entrar¨. Incluso, ¨lasciate ogni speranza¨. Digamos que es un desafío, propuesto para tentar al deseo.”  De esto último nos ocuparemos de 2 frases importantes: del “No para leer” y el “lasciate ogni speranza” utilizando un análisis totalmente subjetivo. Lo primero le dá significación a algo que puede ser mal interpretado, Los escritos no son para leer, incluso podemos cuestionar para que son los escritos existentes en el mundo entonces sino para leerlos, pero más allá de la lectura en sí, lo que apunta es al entendimiento de los mismos. Si vamos al origen etimológico de la palabra ‘Entendimiento’ veremos que está formada por raíces latinas y significa ‘acción de comprender un significado’. Se compone de léxicos, a seguir: el prefijo in- (hacia el interior), tendere (tender, estirar), sumado al sufijo –miento (instrumento, medio o resultado). Si hiciéramos el ejercicio lúdico de traducirlo dentro de su análisis quedaría más o menos de la siguiente manera: “Viaje hacia el interior estirando el instrumento para llegar al resultado”, ¿Cuál instrumento? La lectura (extendida o no, estirada o no), pero la que tiende al entendimiento de todo aquello que procedemos a darle una interpretación o un sentido por mínimo que sea.

Cada paso que dé la mente en su marcha hacia el conocimiento, descubre algo que no es sólo nuevo, sino lo mejor, al menos por el momento. Porque el entendimiento, como el ojo que juzga los objetos, sólo con mirarlos, no puede por menos que alegrarse con las cosas que descubre, sin sentir pena por lo que se le escapa, ya que lo desconoce. (…) Tal es, lector, el entretenimiento de quienes dan alas a sus propios pensamientos, siguiéndolos al correr de la pluma; entretenimiento que no debes envidiarles, ya que te ofrecen la ocasión de disfrutar de ese gusto, siempre que emplees tus propios pensamientos en la lectura”. (Ensayo sobre el entendimiento humano – John Locke).

Lo siguiente que nos quedaba hablar era la frase en italiano que reza “lasciate ogni speranza”, frase familiar y conocida por algunos ya que el infierno de Dante en La Divina comedia plasmaba lo siguiente “…al llegar aquí abandona toda esperanza” que da traducción a lo último mencionado. El sentido que me gustaría direccionarle es el abandono y el despojo de todas las inquietudes en la escritura y aquí nos vamos a detener un poco para hablar de ello. El acto de la escritura es un ejercicio terapéutico altamente recomendable. En palabras de Juan Manuel Garrido, un psicólogo clínico, “la escritura puede llegar a ser un modo insustituible de entender y procesar su vida emocional. Los beneficios de esta metodología son muchos, como por ejemplo quitar cosas de nuestra mente, exorcizándolas, para tener una perspectiva diferente de los problemas que poseemos o exponernos a recuerdos angustiantes; si no entendemos esto, véase las canciones de amor, como Boleros, Tangos, entre otras canciones acerca del desamor que son creadas para plasmar un dolor angustiante que paradójicamente se cantará para siempre acerca de algo que se quiere olvidar, nada más que una especie de terapia. El objetivo de la escritura no es demostrar las destrezas literarias, sino que de manera silenciosa articular a través del lápiz y papel las áreas no exploradas o habitadas por fantasmas que nuestra mente teme atravesar.

A continuación les comparto un cuento de mi autoría que deja en evidencia lo que puede hacer este tipo de terapia:

“Era un 13 de Julio, día típico de invierno, llovía e iba rumbo a la última sesión de terapia grupal del día, ya eran las 18:45 horas y sabía que a las 19 empezábamos y por ser la última hora de trabajo del día, podría parecerme eterno, pero dejando de lado esos pensamientos que boicoteaban en ese momento a mi profesión, seguí caminando rumbo al consultorio. Al llegar me topé con casi todos los pacientes, y a juzgar por sus semblantes presentí que sería una sesión bastante intensa. Entré y me preparé un café doble y sin azúcar, pues necesitaba estar activo y acceder al último tirón del día. Casi como un ritual, me arreglé la camisa, me preparé la garganta, y fui a abrir la puerta a las 18:59, con 30 segundos, cuasi un maniático. Allí iban entrando de a uno y colocándose cada uno en su lugar, pre-definido por ellos mismos. De los cinco, entró por último Máximo, eufórico, con aire triunfal y exaltado, al observar esbocé una sonrisa sabiendo que él podría ser la cuota de esperanza ese día en la sesión grupal. Vez a vez y según su turno iban contando su semana e interactuando entre sí, pero había algo que me llamaba la atención, Máximo no emitía sonido alguno, ni siquiera de aprobación o desaprobación, solo se lo notaba satisfecho por alguna cosa que aún no nos habíamos enterado. Cuando se dio cuenta que no había hablado nada, manifestó que prefería decir algo solamente al final… y así fue. Curiosos por saber aquello que tenía para decir (y confieso que principalmente yo), sacó un papel y empezó a leer lo escrito, algo que parecía a puño y letra: “Perdón pero terminaré con mi vida” (empezaba)… Cada uno de los oyentes presentes estaba atónito, atento y parecía que por un rato dejaban todos sus conflictos a un lado y nos enfocamos en oír a Máximo. Al terminar de leer ese papel, arrugado y prolijamente escrito le empezaron a brotar lágrimas y cual catarata dejó caerlas recorriendo el rostro de ese hombre.Pensé todo esto, es verdad, la redacté con la escopeta cargada a mi lado… pero, al finalizarla y luego de haberme desahogado en esa carta de despedida, descargué el arma y me di cuenta que ya no quería terminar con todo como lo había dicho. Aunque maté las cosas que me estaban haciendo daño y murió una parte negativa en mi… al menos un pedazo- Dijo riendo.

Lo que callamos, de alguna manera duele, enfermamos e incluso morimos, produciendo ausencia de deseo, ausencia de la vida propiamente dicha. Lo que he intentado demostrar junto al cuento anterior es que tal como lo dice el título “Lo que se dice, vuela, lo que se escribe permanece” (Verba volant, scripta manent), pero como la vida es un sendero lleno de paradojas, no podría ser diferente con los sentimientos y emociones, porque podemos hablar acerca de ellas para siempre de una forma u otra vuelven al nido de donde han volado, cual pájaro que retorna inconscientemente adonde pertenece, sin embargo aquello que escribimos permanece para siempre pero ahora afuera de nosotros, afuera de nuestro ser y con ella se lleva lo que duele.

Referencias bibliográficas:

Garrido, J.M. (2018) Escritura terapéutica: El poder sanador de la expresión. Psicopedia org. https://psicopedia.org/5916/escritura-terapeutica/

Lacan, J. (Edición Paidos 2012) Otros Escritos. Escritos de Lacan (Seminario). Buenos Aires, Argentina. Ed Paidos.

Locke, J. (1690) Ensayo sobre el entendimiento humano. Londres, Inglaterra. Editorial Church-Yard

PIAGET, J. e INHELDER, R(1984): Psicología del niño. Madrid, Ed. Morata.

Puche Navarro, Rebeca (1971). Lacan: lenguaje e inconsciente. Revista Latinoamericana de Psicología, 3(2),167-181.[fecha de Consulta 10 de Mayo de 2020]. ISSN: 0120-0534. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=805/80503203

TOUGH, J. (1979): Lenguaje, conversación y Educación. El uso curricular del habla en la escuela. Madrid, Ed. Visor.

Zaragoza, F. (1996): Las necesidades de comunicación oral en la educación infantil. Universidad de Málaga.